Hacia una Educación del Ser- Ulayya Pedraza- Revista de Educación de la Sociedad Pedagógica Tartessos nº 33- marzo 2021

A menudo, cuando he tenido ocasión de dar formación en Mindfulness y Educación Emocional al profesorado, he comenzado la primera sesión con una dinámica en la  que les he invitado a evocar algunos buenos momentos de su experiencia como escolares. Muy frecuentemente, por no decir siempre, dichos recuerdos están relacionados con situaciones compartidas con compañeros/as, tales como juegos en el patio, que emergen en su memoria con una intensa emoción.

En efecto, las experiencias de mayor calado en nuestra carrera académica guardan relación con lo social y lo emocional. 

Por otro lado, la neuropsicología afirma “solo se puede aprender aquello que se ama”  (Francisco Mora).

Si tenemos en cuenta ambos factores -emoción y motivación- como garantes de aprendizajes y experiencias significativas, cabe preguntarse por qué -entonces- seguimos en buena parte enfocando la enseñanza en la transmisión y memorización de un currículo prefijado a través de una metodología tradicional en la cual la esencia de educar (educare=hacer salir, extraer, dar a luz) se distorsiona (por no decir, se traiciona).

En mi opinión, es preciso un proceso de indagación, reflexión y reconocimiento por parte de los educadores/as, maestros/as y profesorado del fracaso del sistema educativo en el que fuimos enseñados/as (que no educados/as) para poder implementar un nuevo paradigma educativo.

Tras casi dos décadas como docente en el sistema público de enseñanza, me atrevo a definir algunos de los rasgos de los cuales considero esencial dotar a la educación para materializar el cambio de paradigma que nuestro sistema de enseñanza, heredero de la era industrial, necesita adoptar:

  1. Alumno/a protagonista: Una educación donde el/la estudiante sea el/la verdadero/a protagonista. ¿Qué significa esto? Que parta de y respete sus intereses, sus inteligencias, su ritmo de trabajo. Es el programa el que debe adaptarse al alumno/a y no a la inversa. Sólo así podremos lograr la necesaria motivación para el aprendizaje.
  2. Tareas diversificadas: el rasgo anterior indefectiblemente nos lleva a esto: cuando incluyo en el aula las inteligencias o talentos de todo mi alumnado, sus intereses diversos y sus ritmos particulares, irremediablemente voy a necesitar brindar espacios, materiales, tareas de aprendizaje diversificadas para dar respuesta a cada uno/a de ellos/as. Esto implica romper con la enseñanza única dirigida al alumno medio. Dicha enseñanza puede, en el mejor de los casos, ser adecuada al alumno medio, pero, ¿No tiene el mismo derecho el alumno con altas capacidades o el alumno con dificultades de aprendizaje a aprender de acuerdo a sus capacidades y necesidades?
  3. Aprendizaje cooperativo: Una metodología donde tenga un lugar destacado el aprendizaje cooperativo o entre iguales. Está comprobado que el aprendizaje alumno/a-alumno/a es más efectivo que la enseñanza maestro/a-alumno/a y, además, conlleva un beneficio en términos de desarrollo para ambos actores/as.
  4. Adaptación al pensamiento: Una metodología respetuosa con el pensamiento de cada etapa evolutiva. A este respecto, recordar que la etapa del pensamiento abstracto se inicia alrededor de los 11 años de edad. Esto implica que prácticamente toda la etapa primaria el niño/a necesita apoyo visual y manipulativo para aprehender los conceptos que se trabajan. Resulta, pues, del todo inconcebible, encontrar aulas que carecen de recursos manipulables, en donde el material de trabajo se limita a libros y fichas.
  5. Metodologías activas: relacionado con los rasgos anteriores, el niño en la etapa infantil -y también Primaria- necesita aprender haciendo, manipulando. Esta es la única manera verdaderamente efectiva de propiciar el desarrollo de la tan buscada autonomía en el alumnado. Ejemplo de ello puede ser la metodología Montessori, que cada día gana más adeptos por su potencial creativo, motivador, posibilitador de aprendizajes de manera autónoma, etc.
  6. Conexión con el entorno: esto es, integrar las necesidades y hechos de la comunidad y educar para la implicación en la misma favoreciendo la responsabilidad cívica y social, además de valores como la solidaridad, compromiso social, la ecología, etc.
  7. Y, por fin, Educación del Ser: donde se tome en consideración los tres aspectos que conforman al individuo: la mente, el cuerpo y la emoción. Tradicionalmente, la enseñanza se ha centrado exclusivamente en lo cognitivo. Sin embargo, se hace preciso cambiar la visión del niño/a para acompañarlo en el desarrollo de su ser completo, posibilitando el desarrollo de las que Claudio Naranjo denominó “competencias existenciales”.

Educar a alumnos/as competentes para la Vida: éste es el gran reto que se nos plantea. Y no valen las excusas. Todos/as y cada uno/a de nosotros/as disponemos de la autonomía pedagógica para formarnos y llevar a nuestras aulas metodologías que lo favorezcan. Será un regalo para ellos/as y también constituirá para nosotros/as mismos/as una oportunidad de trascender aquel modelo que poco más nos dejó que un montón de conocimientos que hoy nuestros niños/as ya no necesitan retener pues los encuentran a golpe de clic. Sólo aquello que no pueden encontrar en internet será lo que recuerden. 

BIBLIOGRAFÍA

-KABAT-ZINN, J. “Mindfulness en la vida cotidiana”Paidós, 2009.

-DORIA, J.M. “Inteligencia del alma” Serendipity, 2009.

-MORA, F. “Neuroeducación: solo se puede aprender aquello que se ama” Alianza, 2013.

-NARANJO, C. “Cambiar la educación para cambiar el mundo” La llave, 2013.

-OLIVERA, Á. HELLINGER, B. “Inteligencia transgeneracional. Sanando las heridas del pasado: Constelaciones familiares” Grupo Cudec, 2010

-TORO, J.M. “Educar con co-razón” Desclée de Brouwer, 2014.

 

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